Política

Relato de Odio

La oposición no puede ser, bajo ninguna circunstancia, parte de esta afrenta contra la libertad de expresión.

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Los sommeliers del “discurso del odio” fueron quienes nos han enseñado, con sus prácticas, las formas más patéticas del discurso de odio.

Hay slogans que son muy pegadizos y que bloquean cualquier intento de diálogo. Pasó con la misoginia, el fascismo, el nacismo, pro vida, entre otras, donde siempre hay alguien que cree tener mayor autoridad moral o académica para catalogar tus formas o dichos con alguno de estos gafetes.

Ahora lo que está de moda, con la única finalidad de anular opiniones distintas, opositoras o contrarias a un pensamiento, es el llamado “discurso de odio”. Entonces nos encontramos en la encrucijada entre la incitación a cometer algún delito (incluso sedición) y la libertad de poder expresarse libremente como marcan la mayoría de las constituciones nacionales en el mundo. Pero hay algo por encima de esa constitución y de esa libertad que son aquellos que de manera coordinada pueden decir que es odio y que es amor.

Los sommeliers del “discurso del odio” fueron quienes nos han enseñado, con sus prácticas, las formas más patéticas del discurso de odio.

Nuevamente, y como en otras facetas de nuestra historia, ocurre que alguien determina o pone en juego la forma de expresarse de cierta parte de la ciudadanía. Siempre en estos esquemas restrictivos de discursos, hay muchos jugadores – cómplices – que por un like o rt y capaz un aplauso fácil, siguen la corriente de esa minoría fascista que impone límites, que ellos mismos no respetan para sí. Periodistas, intelectuales, artistas, políticos, incluso moderadores de redes sociales, todos alineados con un mismo relato sobre cómo expresarse, cuando (y ahora haremos algún racconto) muchos de ellos fueron los principales incitadores o protagonistas de prácticas totalmente fascistas, violentas y sin dudas, sediciosas.

El nuevo slogan “Discursos de odio” que intentan imponer en Latinoamérica, tiene una sola finalidad: buscar la excusa para crear leyes, reglamentos y obligar a empresas privadas a hacer lo mismo, donde sólo ellos puedan expresarse y odiar.

Esto no solo pasa en Argentina, también en Chile, Brasil, Perú, Colombia, México está ocurriendo en la misma sintonía (no incluyo Venezuela, Cuba o Nicaragua porque ya pasó antes), una minoría que no tiene argumentos para defender una mala gestión y la caída de un relato de izquierda, incurre en la victimización a través de las opiniones ajenas.

El nuevo slogan “Discursos de odio” que intentan imponer en Latinoamérica, tiene una sola finalidad: buscar la excusa para crear leyes, reglamentos y obligar a empresas privadas a hacer lo mismo.

Lo peor de todo esto, es que no es nuevo, es casi de manual la conducta que llevan adelante para aplicar este tipo de presión social. Y algo aún peor, las oposiciones culposas no han sabido tener lo suficiente para enfrentar estos embates y terminan comprando el relato de victimización. Votan sus leyes y repudios como si eso solucionara los detonantes sociales que generan la ira y bronca en los ciudadanos que se expresan libremente (tal y como marca la Constitución Nacional).

Pero estos sommeliers, fueron y son los principales odiadores y violentos. Recordemos algunos tuits del propio presidente de Argentina, cuando insultaba sin importar género siquiera (pero ahora lavó su culpa con el Ministerio de la Mujer).

O cuando el delincuente condenado Delia pedía fusilar al presidente Macri.

Y sin mencionar lo ocurrido en Plaza de mayo con las figuras donde se hacía escupir a NIÑOS (léase menores en plena fase de aprendizaje)

Pero no vayamos tan lejos, recordemos al propio Grabois, sí el que incita y coordina piquetes que le arruinan la vida a millones de personas y que es financiado por el propio Estado nacional, y sí, también por la “oposición”.

Grabois llamo prácticamente a una guerra civil, a que “corra sangre” (son sus palabras)

Y como anécdota, el ministro de DDHH, Pietragala robándole un bolígrafo al presidente de la cámara en plena discusión.

Las 14tn de piedras, que en gran parte fueron responsabilidad del propio gobierno de la ciudad y de Marcos Peña por no permitir reprimir a los sediciosos a tiempo, y que muchos de los hoy sommeliers, aplaudían y celebraban como parte de la democracia.

Y podríamos enumerar cientos de sucesos, pero esa tarea se las dejo a ustedes para que hagan memoria y que los hechos cotidianos no los conviertan en ciegos u olividadizos selectivos (parte de los objetivos del relato del odio).

Ninguno de los hoy sommerliers, o de aquellos que se “indignan” tienen autoridad moral o académica para querer imponer medidas en contra de lo que ellos mismos hacen o aplauden si viene de su lado. La oposición no puede ser, bajo ninguna circunstancia, parte de esta afrenta contra la libertad de expresión (para los delitos de incitación y sedición ya hay leyes suficientes).

La sociedad no debe comprar un nuevo relato y mucho menos alejarse de lo que quieran expresar. Parece que nadie está viendo que la ira, la furia y el dolor aguantado en lo profundo de las entrañas de un individuo, puede desatar (sin justificarlo por supuesto) lo peor del ser humano y convertir a una sociedad civilizada, en un estado anárquico donde “se vale todo”, como ya ocurre en algunos sectores sociales.

La derecha, el centro y la centro izquierda no entendieron como un segmento extremista de izquierda logró colarse en todos los estamentos sociales, y parece que siguen sin ver la gravedad de esta colusión que los está convirtiendo en cómplices, y al mismo tiempo en los culpables, habiendo siempre un solo ganador: Los dueños de los relatos.

No debería existir jamás una ley que limite la expresión de sus ciudadanos. Las redes sociales y los medios fact check deben entender que esa minoría inculta que impone límites los tiene coludidos y le hacen un daño a sus empresas y a los usuarios. Si alguien comete sedición, debe pagar por eso. Si alguien amenaza y la ley así lo entiende, debe pagar por eso. Están nuestras leyes para eso. Está la justicia. Pero nunca y en ningún momento, se debe privar al individuo de expresarse por los canales que frecuenta.

La derecha, el centro y la centro izquierda no entendieron como un segmento extremista de izquierda logró colarse en todos los estamentos sociales, y parece que siguen sin ver la gravedad de esta colusión que los está convirtiendo en cómplices, y al mismo tiempo en los culpables, habiendo siempre un solo ganador: Los dueños de los relatos.

Es tiempo de tomar conciencia del avance de un neo comunismo burdo y berreta, con pubertarios sub escolarizados, que sólo venden fantasías inaplicables y luego encuentran fantasmas que los persiguen haciéndolos culpables de sus pésimas políticas.

El relato del odio, es un artefacto fascista más del comunismo que ninguna sociedad debería permitir, porque la libertad está por encima de cualquier cosa.

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