La halterofilia (levantamiento de pesas) es una disciplina olímpica y tiene dos variantes: de arrancada, en la cual el atleta levanta el barral y las pesas en un solo movimiento, y la de dos tiempos o envión, similar, pero en dos movimientos. Gana el que más peso levanta.
Ze´ev Friedman, era un judío que había logrado salir rumbo a Polonia desde la Unión Soviética en pleno régimen comunista y que en 1960 emigró a Israel para convertirse en gimnasta, más precisamente en levantador de pesas. En 1972 Friedman, de 28 años, clasificó para formar parte de la delegación israelí a los juegos olímpicos de Munich.

El clima de libertad y de integración que reinaba en la villa hicieron propicio, de algún modo, que los terroristas palestinos no tuvieran mucha resistencia.
Allí estaba el 6 de setiembre en la camilla de la sala de autopsias del instituto forense de la Universidad de Munich, muerto por hemorragias internas (lo mataron a golpes, literalmente) unas 24 horas después de haber sido secuestrado en un dormitorio de la villa olímpica por terroristas de la facción Setiembre Negro perteneciente a la OLP, Organización para la Liberación de Palestina comandada por el archiconocido Yasser Arafat (Abu Ammar) un egipcio de vida disipada amante de la violencia y de matar judíos en nombre de los derechos de los palestinos.
Ze´ev Friedman y otros diez israelíes miembros de la delegación resultaron asesinados el 5 de setiembre mientras dormían luego de ser tomados rehenes en el evento en el que se suponía que Alemania intentaría cambiar la imagen que los juegos olímpicos de Berlín de 1936, organizados por Hitler, habían dejado.
El clima de libertad y de integración que reinaba en la villa hicieron propicio, de algún modo, que los terroristas palestinos no tuvieran mucha resistencia. Fueron, apoyados por neonazis locales de la Baader Meinhof, extremistas liderados por Andreas Bernd Baader, alias Hans y por Ulrike Marie Meinhof, que estaban en prisión en Alemania.
Los detalles de la toma de rehenes, su posterior asesinato y los fallidos operativos de rescate son por demás conocidos, los hemos visto en películas y documentales, ya que las cámaras de televisión transmitieron en directo los acontecimientos, facilitando el accionar de los terroristas que podían ver cuales eran los planes de las fuerzas de seguridad alemanas.
Sabemos que el 14 de agosto 1972, tres semanas antes de la masacre, la Embajada de Alemania en Beirut envió un informe a Bonn adelantando que los palestinos estaban planeando un atentado. Días después se alertó al servicio secreto y a las autoridades de Munich para tomar medidas, pero investigaciones posteriores revelaron que se hizo poco y nada. En este contexto no se tomaron medidas extraordinarias de seguridad para los atletas israelíes, incluso a sabiendas de que estaban en un lugar extremadamente vulnerable de la villa olímpica.
Increíbles demandas imposibles de satisfacer empezaron a realizar los terroristas, fedayines palestinos provenientes de Siria, Líbano y Jordania que apenas comenzada la toma de rehenes mataron a dos israelíes que intentaron defenderse. La liberación de 236 extremistas detenidos en cárceles israelíes en un plazo de 3 horas, exigencia que el gobierno de Israel encabezado por Golda Meir rechazó de plano. Mientras tanto Alemania se apresuró a liberar a Baader y a Meinhoff, al tiempo que planificaba una operación comando que, una vez puesta en marcha, resultaba transmitida por la TV… en directo. Como era de esperar la acción resultó frustrada.
12 horas después de iniciar la operación los terroristas exigieron ser trasladados al aeropuerto para volar a El Cairo junto con los rehenes, algo en apariencia aceptado por las autoridades alemanas.
Golda Meir ofreció enviar desde Israel un grupo comando, pero los alemanes decidieron resolver ellos el secuestro con sus fuerzas policiales. Zvi Zamir, jefe del Mossad, viajó a Munich pero estuvo limitado a observar sin intervenir.

Los tres apresados resultaron liberados cincuenta y tres días después como exigencia de la OLP frente al secuestro de un avión de Lufthansa, mientras los juegos continuaron con el pretexto que la llama olímpica no puede apagarse.
Los terroristas finalmente fueron trasladados junto a los rehenes en helicópteros al aeropuerto donde serían emboscados por un comando alemán, pero todo salió mal.
En palabras de Zamir todo fue un caos en el aeropuerto donde sólo cinco francotiradores eran insuficientes para atacar a 8 terroristas fuertemente armados. En este tipo de intervenciones se requieren dos comandos por cada terrorista mínimamente. Tan ineficientes eran que en medio de la confusión se dispararon entre ellos, incluso los helicópteros policiales enviados al lugar resultaron servir de barricadas a los atacantes.
En medio del caos, a la medianoche los rehenes atados dentro de los helicópteros fueron asesinados por los terroristas. Un par de horas después todo había terminado con los once israelíes asesinados, cinco extremistas muertos en los enfrentamientos y tres detenidos.
Los tres apresados resultaron liberados cincuenta y tres días después como exigencia de la OLP frente al secuestro de un avión de Lufthansa, mientras los juegos continuaron con el pretexto que la llama olímpica no puede apagarse.
Los cuerpos sin vida de los once atletas asesinados regresaron a Israel.

Durante los siguientes veinte años casi todos los responsables directos e indirectos de los asesinatos fueron apareciendo muertos en diversos países a consecuencia de la operación Ira de D´s.
Yasser Arafat nunca se arrepintió por este crimen ni por otros cientos que planificó con su Organización para la liberación de Palestina, y no sólo no lo hizo, sino que en 1994 recibió el premio Nobel junto a Itzjak Rabin y Shimón Peres por el proceso de paz entre israelíes y palestinos. Las crónicas muestran al primer ministro israelí dando la mano de mala gana al terrorista devenido en pacifista en los jardines de la Casa Blanca durante la firma de los acuerdos.
Cincuenta años después el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, pidió perdón a las familias de las víctimas por las fallas de seguridad durante los hechos. No se ha alcanzado la paz entre israelíes y palestinos y los terroristas siguen atentando contra los judíos, solo que ahora lo hacen con cuchillos y hachas, como si vivieran en la edad media.

Cincuenta años después, no se ha alcanzado la paz entre israelíes y palestinos y los terroristas siguen atentando contra los judíos.
El pueblo palestino sigue viviendo sometido por el régimen de la Autoridad Nacional Palestina en el West Bank y por los terroristas brutales de Hamás en la Franja de Gaza.
La teocracia misógina de los ayatollas iraníes siguen siendo el principal sostén económico y político del terrorismo islamista, en Medio oriente y a nivel global, mientras occidente parece no preocuparse por el desarrollo nuclear de los persas que, con toda certeza, no tiene fines pacíficos.
La conclusión es clara, con el terrorismo no se puede bajar la guardia ni pactar, sólo debe combatírselo y terminar con él.