Silvina Batakis regresaba de su reunión con el Fondo Monetario Internacional cuando los rumores hablaban de su reemplazo. El gobierno había enviado una comitiva para garantizar confianza y certidumbre, algo que en el mercado interno y hasta en parte del frente oficialista no resonaba de la misma manera.
El proyecto de Batakis nació muerto. Durante las más de 26 horas que la Argentina estuvo sin Ministro de Economía tras la salida de Guzmán, sólo hubo una danza de perfiles que dijeron que no y algunos otros que estaban dispuestos sólo si tenían la lapicera de las reformas. Sonaba Massa como Superministro, pero como dice la jerga vaticana: “el que entra Papa al cónclave sale cardenal”. Finalmente fue Batakis, y también se fue muy pronto, tras 24 días de descoordinaciones, se puso fin a su paso por Economía.

La operación tanto dentro como fuera del país y de los medios de comunicación en la instalación de la figura de Sergio Massa para el reemplazo de Batakis fue muy notoria.
GOLPECITO MODERNO
A los argentinos nos encanta relacionar todo con los golpes, pero lo que sucedió entre la ida de Batakis a Estados Unidos y su regreso podría aplicar en la idea de un golpecito institucional a la moderna.
La operación tanto dentro como fuera del país y de los medios de comunicación en la instalación de la figura de Sergio Massa para el reemplazo de Batakis fue muy notoria. Está claro que la ministra no tenía ni las mejores ideas ni estaba dispuesta a hacer lo correcto, pero el rumor coordinado y mediático sobre el arribo de Massa provocó tales retrocesos en los valores del Dólar Blue y el riesgo país que hicieron que Alberto Fernández tuviera que llamarlo.
Normalmente los rumores que instalan nombres parten de oficinas ajenas a las gubernamentales y hacen que la circunstancia ponga en agenda el nombre de quien debe ser llamado. En este caso tenemos una salvedad, Massa ya era parte del gobierno, y hace casi un mes ya sonaba para ser Ministro de Economía. Esto lleva a preguntarnos qué fue lo que cambió en esos días, qué sector en la interna se impuso para el ingreso de Batakis y cuál no, y hasta si la campaña coordinada para el nuevo ingreso no fue premeditada como una suerte de revancha para quien resultó no ser.
Lo cierto es que Argentina envió al FMI una comitiva deslegitimada, una suerte de burla que no tuvo críticas y fue eclipsada por un nuevo anuncio: Massa Ministro de Economía.
CONSTRUCTOR DE PODER
Es probable que Sergio Tomas sea un poco más brillante que Alberto y Cristina. Construyó una carrera en base al poder y a la idea de que el fin justifica los medios bajo el paraguas de un muy marcado pragmatismo.
Muchos criticaron su incorporación al Frente de Todos y el abandono de la “ancha avenida del medio”. Jugó con fuego sabiendo que se podía quemar, que iba a derrochar la oportunidad de mostrarse como la alternativa a dos modelos distintos que resultaron, por voluntad del pueblo, consecutivos.
Hoy, después del reparto de poder, de los ministerios que le dieron, y del paso por la Presidencia de la Cámara de Diputados, Sergio Massa vuelve al Poder Ejecutivo como la esperanza de algunos y el fusible de otros, entre la última chance de un gobierno en tiempo de descuento y la oportunidad de venderse como un piloto de tormentas que quiere construir el poder que le falta, adjudicarse los logros y ser presidenciable.

Jugó con fuego sabiendo que se podía quemar, que iba a derrochar la oportunidad de mostrarse como la alternativa a dos modelos distintos que resultaron, por voluntad del pueblo, consecutivos.
¿EUFORIA?
La euforia y el optimismo brotaron en el Frente de Todos entre la despedida de Massa de la Cámara de Diputados y su asunción en el Ministerio de Economía. En un clima contrario al de la realidad, entre cantos y caras sonrientes, asistíamos a un traspaso de mando. Hasta los medios oficialistas comenzaron a preguntarse de manera irrisoria sobre cuál sería el rol de Alberto Fernández de ahora en más.
Sin embargo, no todo es euforia y los días de calma que aportó el mercado lentamente empezaron a menguar. Sergio Massa construyó poder para sí mismo, y en todo el tiempo que se tomó para definir equipo y medidas, no buscó a nadie con volumen político para encarar reformas. Tal es así, que se trata de un ministro de economía que no conoce a la economía, y que formó un gabinete paralelo para ser un Primer Ministro sin serlo. Se trata de un equipo de íntimos, del sector que representa y al que rinde cuentas.
Y si se trata de rendir cuentas, el broche de oro lo pusieron los empresarios que acompañaron su nombramiento. Un grupo distópico y acomodaticio que a base de intercambios conducirán a Massa hacia el logro (como en el momento de los rumores) de sus fines.
AGUANTAR SIN SABER CÓMO
El nuevo ministro hizo los anuncios tan esperados para anunciar que habrá nuevos anuncios. A ciencia cierta, presentó el Modelo Guzmán 2.0 con ajuste y sobre la base de un equilibrio que se logrará bajo la inundación de dólares que dejarán las nuevas deudas. A toda premisa dicha por la boca de Sergio, le adicionan una brisa de optimismo que dan los números utópicos que hicieron y sobre las cuales el tiempo dirá si aciertan.

Un ministro de economía que no conoce a la economía, y que formó un gabinete paralelo para ser un Primer Ministro sin serlo. Se trata de un equipo de íntimos, del sector que representa y al que rinde cuentas.
Si nos guiamos por los nombres elegidos para el equipo económico, podemos avizorar que intentarán “poner dinero en el bolsillo de la gente” y acercarse a algún tipo de sensación de estabilidad. Sin profundidad, aguantar hasta que lleguen las elecciones presidenciales.
A un año de las PASO, el plan de Massa es ir acordonando a los demás sectores del frente político sin romperlo. Si el nuevo Ministro de Economía decidió no moverse de su baldosa en tanto tiempo y a pesar de las crisis, es que se encontraba a la espera de estos tiempos y frente a la oportunidad de ser la última carta posible para el gobierno.
Su participación política en el Frente de Todos es tan marcada y está tan comprometido, que no puede frecuentar sus habituales tipos de oportunismos, no hay margen.
La última y la más peligrosa de sus cartas para terminar de hacerse con el poder es esta.