Política

El estado ilimitado

Ya está entre nosotros el estado ilimitado. Un estado con poder para decidir lo que quiera. Incluso, la vida o la muerte de nuestros hijos.

Compartir:

Archie Battersbee era un chico de 12 o 13 años, inglés, que tuvo la mala idea de aceptar un reto viral que habría consistido en aguantar la respiración todo lo posible. Fue encontrado en su casa por sus padres, a principios de abril, tirado en el piso, inconsciente. Desde entonces se mantuvo con vida, en estado de muerte cerebral, hasta que el 6 de agosto se le retiró el respirador artificial.

La desconexión vital se hizo contra el deseo de los padres de Archie. Las autoridades del hospital londinense querían retirar la asistencia vital desde mucho antes, alegando que no había posibilidad alguna de recuperación. Los padres acudieron a la vía judicial. Tras varios recursos, la Justicia británica concluyó que continuar dando apoyo vital al chico era “contrario a sus mejores intereses”. Más increíble aún es que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos también dio la razón al hospital.

El estado (con minúscula, mientras no escribamos individuo con mayúscula) se cree capaz de interpretar los intereses de los hijos mejor que sus propios padres.

Se pudo haber alegado un eventual daño a terceros. Por ejemplo, que los recursos que se tendrían que haber dedicado a una persona clínicamente irrecuperable podría haber menguado la capacidad de salvar la vida de otros. Pero no. La decisión judicial decía apoyarse en la defensa de los “mejores intereses” del chico. El estado (con minúscula, mientras no escribamos individuo con mayúscula) se cree capaz de interpretar los intereses de los hijos mejor que sus propios padres. Podría entenderse si estos hubieran perdido sus facultades mentales, pero no es este el caso.

Incluso se negó a los padres la posibilidad de trasladar a Archie a un hospicio, para que muriera en un lugar más tranquilo. El argumento del hospital fue insultante: el traslado suponía un alto riesgo de agravar el estado del paciente… ¡Un paciente que ya estaba condenado a morir!

Esta historia muestra que se ha llegado al límite máximo del poder estatal: el estado es capaz de imponer su criterio, contra el deseo de los padres, en la decisión de poner fin a la vida de un hijo. El objetivo totalitario de quitar a los padres el control sobre los hijos se ha concretado. Que haya sido en Inglaterra (tierra de John Locke, Stuart Mill y otros pensadores liberales) da al triunfo totalitario un simbolismo mayor.

Es curioso que muchos que ven razonable esta intromisión inaceptable del estado en los asuntos de una familia, estén al mismo tiempo en contra de la pena de muerte. Si rechazamos la pena de muerte es porque no queremos que el estado tenga la capacidad de decidir sobre la vida o la muerte de nadie. “Nadie” incluye a los chicos en muerte cerebral cuyos padres, por los motivos que fueran, quisieran mantener con vida todo el tiempo posible.

La legitimidad democrática encierra algunos peligros. Uno de ellos es que cuando el estado está dirigido por liberticidas, esa misma legitimidad les permite avanzar. Por eso nunca deberíamos bajar la guardia y habría que oponerse al avance del estado en todos los frentes, en todo momento.

Llegados a este punto, parece una nimiedad, casi una idiotez, seguir defendiendo la libertad individual, por ejemplo, pidiendo rebajas de impuestos. Sin embargo, no es así: es la misma lucha.

La legitimidad democrática encierra algunos peligros. Uno de ellos es que cuando el estado está dirigido por liberticidas, esa misma legitimidad les permite avanzar. Por eso nunca deberíamos bajar la guardia y habría que oponerse al avance del estado en todos los frentes, en todo momento. Si en alguna esfera la libertad fuese muy amplia, podría hacerse más evidente el avance liberticida en otra. Quiero decir: si la presión tributaria y el gasto público no superaran el 10% del PIB, la libertad individual tendría un espacio muchísimo mayor en todos los terrenos que el estado nos ha arrebatado para su control. En ese contexto, creo que sería mucho más fácil que se viera claramente y que tuviera un gran rechazo social lo que nos muestra el caso de Archie: que ya está entre nosotros el estado ilimitado. Un estado con poder para decidir lo que quiera. Incluso, la vida o la muerte de nuestros hijos.

Compartir:

Recomendados