“La contradicción fundamental de la sociedad argentina es, sintetizando, la que enfrenta al antipueblo (oligarquía, imperialismo, burguesía gerencial, etc) que lucha por mantener su dominación sobre el Pueblo Argentino (trabajadores, clases medias, empresariado nacional no comprometido con el imperialismo) que pugna por su liberación. La resolución de esta contradicción será lograda con el triunfo de las fuerzas populares, la destrucción de la oligarquía y el imperialismo como factores de dominación actuantes en el país y la realización de la Liberación Nacional que rompa los lazos de la dependencia y comience la construcción de un sistema político, económico y cultural independiente, como primer paso hacia la construcción de la sociedad del futuro”.
Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical. Junio 1983
Hace más de medio siglo, en la provincia de Santa Fe, se reunió un puñado de jóvenes radicales que añoraban refundar el aparato partidario juvenil y crearon la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical (La Coordinadora, para los amigos), alrededor de la demanda de aggiornar al partido. Influenciados por los aires del 68, soñaban con una estructura menos conservadora, “menos gorila”, más dinámica y con una perspectiva revolucionaria -tal era el signo de los tiempos-, que además fuese nacional y popular. Un producto competitivo frente al peronismo, bah. Sin saberlo estaban fundando el PERONISMO STATE OF MIND, tal vez para las bases como una genuina opción ideológica, pero a la postre como un auténtico proyecto de poder.
Durante años desarrollaron una narrativa, planteada en debates y publicaciones destinadas a homogeneizar el discurso de los militantes, que aceptaba los postulados de la izquierda peronista: pueblo/antipueblo, imperialismo/antiimperialismo, reforma agraria, estatizaciones, etc., pero que a la vez defendía el sistema democrático, cosa inusual para la época. De estas usinas surgió un documento que se revitalizó con el retorno democrático llamado «La contradicción fundamental» que reflejaba una línea política que a la postre fue determinante. Un profundo análisis de este documento hace Juan Cruz Fernández en 2011.

Desde que se fundó Cambiemos, también la contradicción fundamental de la agrupación viene siendo cómo sostener todo ese kirchnerismo estructural contenido en el “Estado Presente” sin las desventajas del accionar kirchnerista: cómo hacer kirchnerismo virtuoso. ¡Y no se puede!
Pero una cosa fue la Contradicción Fundamental propiamente dicha, cuya prosa queda un poco más a la izquierda que la plataforma del Polo Obrero, y otra cosa era la Contradicción Fundamental de la vida real: la contradicción fundamental de la contradicción fundamental. Esto significaba: sostener los postulados de ese texto seminal tan extremo, pero bajo los parámetros de una democracia liberal respetuosa del sistema republicano. Por cierto, que este doble registro entre el decir y el hacer fue una constante de todos los intentos de emular al peronismo pero sin peronistas que viene ensayando el (pan)radicalismo desde que La Coordinadora se hizo cargo de la línea editorial del partido.
Curiosamente, desde que se fundó Cambiemos, también la contradicción fundamental de la agrupación viene siendo cómo sostener todo ese kirchnerismo estructural contenido en el “Estado Presente” sin las desventajas del accionar kirchnerista: cómo hacer kirchnerismo virtuoso. ¡Y no se puede!, hecho con el que chocan todos los días y conclusión que se niegan a manifestar, más no ingenuamente.
La Contradicción Fundamental de la Contradicción Fundamental cambiemita se le apersonó esta semana a Larreta con el episodio del señor detenido por querer circular donde había un pikete. Pocas veces la ciencia política tiene un caso tan puro, casi de laboratorio, para analizar. El señor en cuestión quiso circular por donde las reglas formales lo permiten pero su deseo chocaba con el de los piketeros que son extracto de kirchnerismo. Las fuerzas del orden porteño, que deliberadamente vienen permitiendo la acción ilegal de cortar las calles, estacionar en cualquier lado, romper, amenazar, golpear, etc, y que además cumplen la función fáctica de facilitar el desarrollo de la actividad piketera; a la hora de elegir entre el señor que hacía algo legal y los piketeros que delinquían, optaron por llevar preso al señor. O sea, prefirieron al kirchnerismo.
La cosa es que el diablo metió la cola y la imagen del señor maniatado se viralizó en minutos, lo que dio lugar al repudio generalizado del mundo no kirchnerista: macristas, conservadores, radicales, liberales…y humanos normales genéricos. Si esto le hubiera pasado a un gobierno kirchnerista, los kirchneristas hubieran sacado su gigantesco aparato defensivo, claro. Pero como le pasó a Larreta, los kirchneristas compraron pochoclo. Y Larreta se dio los dientes contra la contradicción fundamental, la de hacer kirchnerismo sin kirchneristas y sin su aparato de contención corporativa y narrativa. Lo mismo que pasó cada vez que se trató de hacer peronismo sin peronistas. Pucha, tanto asesor jerárquico y no tener un mamerto que googlee un poco.
Esto siguió con el larretismo lavándose las manos y rajando al último orejón del tarro: el policía que, en su precariedad manifiesta, quiso sentir el poder de esposar alguna vez a alguien, y se llevó puesto al que estaba en regla mientras atrás los orcos hacían sus rituales. Claro que nadie creyó en esta sobreactuación del larretismo, porque la única razón por la cual el señor no está aún en cana es por la secuencia video->indignación. Lo que ocurre habitualmente, lo que pasa todos los días, es que los piketeros (vale decir, el kirchnerismo) son los dueños de la calle larretista. Esto no es un hecho aislado, se trata de una elección sistemática y pragmática. Y esto es así porque, ya sea por ideología o por proyecto de poder, comparten cosmogonía: el subsidio como derecho, el victimismo pobrista, el paternalismo clientelar, la no represión de la protesta extorsivo-corporativa, la asimilación del caos como norma y el maltrato a los sectores productivos. Eso es el kirchnerismo, eso es el pikete y eso es el cotidiano del gobierno larretista.

Parte del éxito rotundo del kirchnerismo en sus momentos fundacionales, tiene que ver con haber sido el catalizador de esa cosmogonía PERONISMO STATE OF MIND desarrollada por La Coordinadora durante el alfonsinismo.
Pero volviendo a la relación con el tema inicial y para entender el intríngulis en el que se encuentra la oposición, lo cierto es que, frente al aparato peronista y a su capacidad de absorber movimientos de masa, el “no peronismo” se ve en la necesidad de instrumentar mecanismos electorales masivos que, cada tanto, son exitosos. Esto se puede deber a la polarización, a la histórica capacidad de autodestrucción del peronismo o al mérito propio. Como sea, el “no peronismo” gana elecciones y muy probablemente gane las de 2023. Pero una cosa es ganar y otra es gobernar. Porque el peronismo tiene un gran talento para destruir cuando está en el poder, que se agranda cuando está fuera de él. Y si bien es cierto que Cambiemos rompió el ciclo de los gobiernos no peronistas que se iban antes de tiempo, también es cierto que llegó con la lengua afuera y que no pudo reelegir. Permitámonos cuestionar si el problema es sólo el peronismo “auténtico”, o bien es el ansia de hacer peronismo sin peronistas lo que deteriora el poder.
Esto viene a cuento de que, parte del éxito rotundo del kirchnerismo en sus momentos fundacionales, tiene que ver con haber sido el catalizador de esa cosmogonía PERONISMO STATE OF MIND desarrollada por La Coordinadora durante el alfonsinismo. Una ensoñación de socialismo democrático cepaliano que rompiera el eje: peronismo-antiperonismo y lo reemplazara por el de pueblo-antipueblo. Un neomartinfierrismo que sostuviera que la lucha fratricida gorila nos dejaba a merced de “los de afuera”. El kirchnerismo fue una aspiradora de toda esa narrativa tan cara a los oídos de la progresía, pero surgida dentro del peronismo y, para colmo, en el amanecer del fervor chavista. Esto le permitió permear sin límites todo el aparato simbólico nacional más allá de los confines políticos del peronismo tradicional.
No está en estas líneas el deseo de adivinar si todos los fundadores de La Coordinadora comulgaban ideológicamente con La Contradicción Fundamental, pero el texto sin dudas era un quiebre con la tradición humana y filosófica del radicalismo. Ese vuelco tan saturado de setentismo, tan amigable con las progresías bienpensantes, -que deseaban fervorosamente alejarse del despelote escénico peronista pero sostener las reivindicaciones-, fue un producto electoral de excelencia. Pero de nuevo, la milonga no es ganar elecciones, sino gobernar.
Porque son, justamente, las virtudes que le permiten a las formaciones no peronistas ganar una elección, las que se convierten más tarde en los defectos de la gobernabilidad. Argentina es una trampa mortal. En este contexto, tiene sentido que los políticos más pragmáticos intenten crear influencia sobre estructuras estatales y paraestatales que los sostengan cuando las papas queman. Pero lo que es una destreza muy desarrollada por el peronismo (que es capaz de armar por ejemplo movimientos sociales que se detesten entre sí, pero a la vez les respondan), es una torpeza de la oposición que haciendo lo mismo alimenta al monstruo que luego se la fagocita.
Si volvemos al señor que ejemplifica la contradicción fundamental cambiemita, una oposición al kirchnerismo debería representar la demanda de orden y respeto que surgía del derecho del pobre tipo de circular libremente. Pero la necesidad del larretismo de acordar discursiva y pragmáticamente con los movimientos sociales hace que, sistemáticamente, las campanas doblen para el lado del monstruo. Repite el modelo sempiterno de la oposición al peronismo que cree que construir poder es gerenciar una corporación sociopolítica que empate al peronismo en su mismo juego y a la vez haga alarde de republicanismo. Toda la realpolitik y los acuerdos del mundo no te salvan cuando no sos ni chicha ni limonada y no te quieren ni los unos ni los otros. Es bastante fácil desestabilizar a quien no es local en ningún lado.

Fue el PERONISMO STATE OF MIND el que alimentó el “poder de la calle” del peronismo, se la sirven en bandeja.
Cada vez que el “no peronismo” busca consolidarse haciendo peronismo sin peronistas fracasa, es matemático. Los intentos por obtener una devoción paternalista trascendente son sistemáticamente apropiados por el peronismo. Un caso patético es la AUH, pero de la época en que La Coordinadora trataba de generar su propio clientelismo territorial vienen los planes sociales o los aportes discrecionales del Tesoro. Fue el PERONISMO STATE OF MIND el que alimentó el “poder de la calle” del peronismo, se la sirven en bandeja.
Sin embargo: ¿Qué es lo que sí se consiguió con la impronta de la contradicción fundamental? Que la militancia y la burocracia partidaria se convirtieran en engranaje eterno del aparato estatal, no salir nunca más de su cobijo, no generar jamás una distorsión ideológica que sacara las patas del plato. La apoteosis de este contubernio es la desdichada Constitución del 94. Ya nunca más unos y otros se empujarían fuera del paraguas y por eso no tiene sentido preguntarse por qué las “oposiciones” gobiernan para los que no las votan. Las razones fluyen por venas más profundas, gobiernan para aquel ideario común que las apadrina.
El evento del señor detenido en el pikete es una ventana al pasado y al futuro. Al pasado porque nos muestra que el statu quo viene estando garantizado, por eso es que podemos leer los diarios de hace decenas de años y son siempre iguales, mismas políticas, mismos eventos, mismos personajes. Por ejemplo con la caída de “La Alianza”, las estructuras burocrático partidarias permanecieron intactas, el “que se vayan todos” hizo que la oposición al peronismo no tuviera gobernabilidad, pero del tongo no se fue nadie, quedaron adentro sin gobernar. La narrativa del texto de La Contradicción Fundamental homogeneizó ideológicamente a todas las formas de peronismo con todas las formas de oposición, dándoles a estas últimas elegibilidad a cambio de no poder sostener, en los hechos, dicha narrativa sin defraudar al sector de la sociedad que los instalaba en el poder y que, eventualmente, pretendía un cambio de rumbo.

No tiene sentido preguntarse por qué las “oposiciones” gobiernan para los que no las votan. Las razones fluyen por venas más profundas, gobiernan para aquel ideario común que las apadrina.
Y la ventana al futuro es esa secuencia del larretismo actuando a favor del kirchnerismo, luego reaccionando frente al rechazo del antikirchnerismo sacrificando un peón, luego viendo que con eso no alcanza y tratando de recomponer con los antipiketeros pero sin actuar en contra de los piketeros. Es el fenómeno del KIRCHNERISMO STATE OF MIND, están queriendo inventar el frío caliente, tomando la píldora colorada y la azul a la vez, acorralados por su contradicción fundamental que es su fortaleza electoral y su debilidad ejecutiva. Esta película ya la vimos, está en las tapas de esos diarios viejos, de los años de La Coordinadora, que resultan lacerantemente actuales. El futuro gobierno “no peronista” debería pedirle a algún mamerto que googlee un poco así se entera de cómo termina.