Se acerca al año de la caída de Kabul en manos del Talibán, y a contrario sensu de lo que las almas bellas declamaban, no volvieron mejores sino tan bárbaros como antes. Debo decir que el carácter salvaje del Talibán es una cualidad que estos comparten con otros grupos en diferentes geografías del planeta. Tal es el caso de las facciones en pugna en Yemen, los monigotes de uniforme de las FFAA de Myanmar (me gusta más Birmania…), o los miembros de Hezbollah que tantos admiradores en nuestro eterno movimiento nacional y popular tiene!!!
Sin embargo, el realista que esto escribe, no cree que esa característica de bárbaros sea la razón suficiente para luchar contra estos personajes a lo largo y ancho del mundo, y esto al menos por dos razones: Los bárbaros no son precisamente un grupo escaso, por lo que sería imposible combatirlos globalmente y además algunos de esos bárbaros son herramientas circunstanciales de países civilizados como el caso de los muyahidines que se prohijaron en Pakistán durante la invasión soviética a Afganistán.

Su regreso al poder hace que el territorio afgano sea un gigantesco santuario para terroristas, financistas de terroristas, vendedores de armas y servicios de inteligencia ávidos de captar mano de obra para llevar adelante operaciones negras.
Dicho esto, volvamos a los talibanes:
El Talibán es posiblemente uno de los grupos de bárbaros que hasta a Julio César hubieran asqueado, sin embargo, no es esa condición la que per se, es la principal para observar a Afganistán con absoluto y merecido pavor. El problema desde el punto de vista geopolítico radica en que su regreso al poder hace que el territorio afgano sea un gigantesco santuario para que terroristas, financistas de terroristas, vendedores de armas y servicios de inteligencia ávidos de captar mano de obra para llevar adelante operaciones negras, tengan la posibilidad de encontrar su lugar bajo el sol desde el cual reclutar, adiestrar y planificar acciones desestabilizadoras muy lejos de sus fronteras. Esto ocurre en Afganistán por dos razones:
- El Talibán es extremadamente inepto para controlar de manera eficaz la inmensa geografía afgana (Es más grande que Ucrania o Francia).
- El Talibán, si bien tiene una agenda “afgana” (discrepo en eso con otros analistas, pero a los fines del artículo concedo este punto), favorece la presencia de grupos terroristas, narcotraficantes y otros delincuentes trasnacionales, tanto por necesitar dinero para su gobierno como por la corrupción que ha permeado entre los talibanes de manera poco conocida.
Es esta situación, la de un Afganistán como gigantesco santuario para terroristas, la razón realista que inspirara la acción militar de EEUU a fines del ya lejano 2001 y que fuera absolutamente desvirtuada tanto por la invasión innecesaria de Irak en marzo de 2003 como por el disparatado objetivo de convertir a Afganistán en un “Estado del Siglo XXI”, dislate que solamente pudieron cobijar las mentes afiebradas de ciertas elites de EEUU carentes del realismo de hombres como Kissinger.
¿Pero qué alternativas había para Afganistán luego de desalojar a los talibanes en ese final del 2001? Mencionaré algunas cosas, que estimo no conformarán a los que creen que puede hacerse de la Tierra un Paraíso, pero que al menos la pueden hacer un lugar más seguro:
- Respetar la tendencia a la absoluta autonomía de las diferentes etnias y tribus afganas respecto a “todo gobierno en Kabul”.
- Generar en Kabul una suerte de administración de los asuntos exteriores afganos y un “enclave” de modernidad para una facción cosmopolita del país que es importante en términos cualitativos pero irrelevante en cuanto a pretender un control político del país.
- Establecer en la zona norte y este del país dos enclaves militares occidentales desde los cuales monitorear las fronteras con las naciones de Asia Central y con Pakistán, que son históricamente los caminos principales para la diseminación del terrorismo que se cobija en Afganistán.
- El territorio afgano, con excepción de Kabul y los dos enclaves militares occidentales antes mencionados, se regirían por la sharia o por lo que las diferentes jirgas (suerte de concejo de notables tribales) dispongan para el mantenimiento de la convivencia en esos territorios.
¿Era esta una solución para pacificar Afganistán? Creo que era una que tenía en cuenta la realidad de las relaciones de fuerza en el territorio, la historia de divisiones étnicas que atávicamente han atravesado por siglos al país y dado una respuesta posible a los deseos de modernidad de las clases más cosmopolitas de Kabul.

Biden mencionó que Al Qaeda no tenía presencia en Afganistán y en esta semana el líder de ese grupo, el médico egipcio Ayman al Zawahiri, ha abandonado el mundo de los vivos precisamente en Kabul!!!
Claro que lo que menciono es, hoy, solamente un contrafáctico, pero era una alternativa mucho más esperanzadora que el negro espectáculo que en la actualidad Afganistán nos brinda. Un espectáculo que hirió de manera gravísima la credibilidad de EEUU, algo que hemos tratado varias veces en Faro Argentino, que desnuda la falta de confianza en la palabra del Presidente de EEUU. Justamente Biden mencionó que Al Qaeda no tenía presencia en Afganistán y en esta semana, en una acción que debe agradecer a sus fuerzas especiales, el líder de ese grupo, el médico egipcio Ayman al Zawahiri ha abandonado el mundo de los vivos precisamente en Kabul!!!
Muchos en Occidente cometen el error de querer un mundo que es imposible de alcanzar. Es absolutamente demencial pensar que podemos ir a una guerra global por transformar en democracias a los países que no lo son. Es absolutamente imposible librarnos de todos los bárbaros que en las pantallas de YouTube decapitan, violan, imponen sus ideas religiosas. Lo que sí podemos hacer es que nuestras sociedades realmente adscriban al ideario que garantiza las libertades individuales, la división de poderes y la alternancia en el gobierno (¿comprenderán esto en el movimiento nacional y popular alguna vez?), y que sean durísimas e implacables con los que quieren transformar a dichas naciones en similares a las gobernadas por los bárbaros. Pero al mismo tiempo teniendo la sabiduría de entender que muchas veces encapsular a los bárbaros es mejor para la paz general que buscar convertirlos. Eso requiere humildad para entender las propias limitaciones de nuestro tiempo en el planeta, algo que los aprendices de brujo nunca tienen.