Inmersos en la inacabable novela del movimiento nacional y popular, con sus declaraciones cuasi arcanas, respuestas entre sibilinas y siempre patéticas al tiempo que el escenario se va configurando para otra de los acostumbrados barquinazos de la eterna opereta argenta, no es de sorprender que nos sintamos entre ajenos e ignorantes de lo que realmente sucede en el mundo que pesa. Sumemos a ello que la prensa local no ceja en su empeño de aportar la nada misma para aquellos que desean tener alguna idea de lo que sucede allende estas tierras de permanente inmovilismo intelectual y cívico. Sin embargo, el mundo real si muove, lo está haciendo en Europa en una maraña de acciones y declaraciones que no pueden esconder la insignificancia atroz de los liderazgos occidentales frente a la determinación de una Rusia que aparece dispuesta a aprovechar esa falencia de liderazgos con una determinación que nada bueno augura a quienes nos consideramos hijos de las libertades individuales que Occidente en algún momento prohijó y difundió.

Si Rusia establece esa unión entre su Frente Sur con la Transnistria, necesariamente lo hace atravesando Odessa o bien aislando a la misma de su comunicación con Ucrania. Kiev perderá su condición de país con salida al mar y Rusia estará en una situación de fuerza importante para así sentar una pax que la muestre victoriosa.
Pero vayamos al escenario que pretendo discutir con ustedes. Antes de ir al título del artículo, permítanme que haga un breve reporte de la situación de la guerra en Ucrania, porque sirve para ayudar a comprender un panorama mucho más grande. Ahí vamos:
En el Donbas, el control de la mayor parte de ese espacio es algo que se viene desarrollando progresivamente y de manera implacable por parte de las fuerzas regulares e irregulares de las “repúblicas” de Donets y Luhansk. El peso de las acciones lo llevan esas tropas, y los rusos se limitan al apoyo aéreo cercano (Close Air Support) y al empleo de sus masas de fuegos de artillería y cohetes en reforzamiento de los que poseen las tropas no rusas allí. Debe destacarse el uso intenso y mortal de las fuerzas especiales rusas; las que operan tanto a la retaguardia de los ucranianos en el Donbas y aún más allá. Esto que menciono es importante porque indica que los rusos no están perdiendo tropas y que simultáneamente recomponen fuerzas para una posible acción en el sur.
Lo que se espera es que Rusia una vez terminado el combate en el Donbas o bien con el mismo en una fase terminal, pueda lanzar una acción desde su Frente del Sur en dirección a Transnistria en Moldova, donde quienes me siguen saben hay dos batallones de infantería rusa (+/- 1800 hombres), una cifran insignificante sin dudas, pero no tanto si tenemos en cuenta que las FFAA de Moldova cuentan con 6000 hombres solamente (Moldova – The World Factbook (cia.gov)). Espero que disculpen que recurra a información de la CIA, pero los colegas argentos no producen nada siquiera mínimamente comparable, bah no producen nada serio, digamos.
Si Rusia establece esa unión entre su Frente Sur con la Transnistria, necesariamente lo hace atravesando Odessa o bien aislando a la misma de su comunicación con Ucrania. En cualquier caso, Kiev perderá su condición de país con salida al mar y Rusia estará en una situación de fuerza importante para así sentar una pax que la muestre victoriosa y deje algún espacio menor para que Kiev pueda acceder al Mar Negro en un futuro. Todo lo que vengo comentando es lo que los analistas serios en Europa y EEUU perciben que sucederá, pero simultáneamente ocurren otras cosas más al norte, no muy lejos, que parecen tener relación con la guerra en Ucrania, pero en realidad son parte de un escenario mucho mayor: el Ártico.
En enero pasado, me he referido al Ártico en FARO ARGENTINO (El Ártico y la Antártida: no son historias paralelas, se entrecruzan – Faro Argentino), pero en resumidas cuentas podemos decir que esa masa gigantesca de hielo que se derrite, ha abierto vías de navegación comercial que acortan el viaje desde Europa al Asia de una manera dramática, cuyo efecto se verá en las próximas décadas y que como no podía ser de otra manera lanzó un despliegue inmenso de fuerzas militares de los países cercanos al Ártico y de otros interesados en ser parte de lo que allí suceda. No se enojen conmigo los economistas liberales: el mundo no es solamente un lugar donde se hacen negocios, es uno donde se disputa poder y este se manifiesta no pocas veces con el empleo o la amenaza de uso de la fuerza. Se los dice alguien liberal…!!!

En este escenario es que hay que entender la intención de Lituania, nación báltica que soportó el yugo soviético desde Stalin en adelante, de impedir el acceso a Kaliningrado de suministros rusos.
Kaliningrado es un enclave ruso conquistado por la URSS luego de la caída del Tercer Reich. Es una población de +/- 500.000 personas, pero, siempre hay un “pero”, es el asiento de la Flota del Báltico de Rusia. Justamente esta es la fuerza naval que es crítica para las operaciones rusas en el Ártico, ya sea desprendiendo medios al mismo, contribuyendo a negar el acceso desde el Mar del Norte al mismo, o bien accionando sobre dos países claves en este espacio geopolítico: Suecia y Finlandia.

Para hacer todo esto algo más interesante, debe decirse que Rusia tiene misiles Iskanders con cabezas nucleares en Kaliningrado, esto sin dudas son poderosos y profundos en sus capacidades destructivas.
Estamos asistiendo a una situación que he advertido en el pasado debía evitarse: la expansión de la guerra fuera del límite geográfico donde la misma se lleva adelante desde el 24 de febrero pasado. Es que al menos en algunas capitales occidentales, existe la, a mi juicio temeraria impresión que puede derrotarse a Rusia ya no en Ucrania, donde eso luce cuanto menos improbable, sino generando otros focos de presión sobre Moscú que la obliguen a ceder.
Esta idea es propia de los liderazgos entre diletantes e irresponsables de Occidente que creen que hay espacio para humillar a Rusia de alguna manera, ya que hasta al momento han fracasado en sus acciones económico/ financieras y militares en Ucrania, las cuales, reiteramos, no se muestran eficientes para hacer a Rusia abandonar Ucrania.
A esto se suman las declaraciones del jefe del Ejército Británico que advierte que deben prepararse para combatir a los rusos en Europa… Una declaración que puede sonar importante para el público desconocedor de que Rusia no es una potencia en condiciones de dar una guerra por Europa Occidental con sus fuerzas convencionales y que la disuasión a ese espacio geográfico la da con sus fuerzas nucleares. Estas fuerzas nucleares están largamente por encima de lo que la OTAN puede hacer frente a la apelación a ese recurso por parte de Moscú.

Esta idea propia de los liderazgos entre diletantes e irresponsables de Occidente que creen que hay espacio para humillar a Rusia de alguna manera, ya que hasta al momento han fracasado en sus acciones económico/ financieras y militares en Ucrania, las cuales, reiteramos, no se muestran eficientes para hacer a Rusia abandonar Ucrania.
Ucrania es, en toda su tragedia, solamente una parte de lo que está en juego. En esos campos de batalla se está combatiendo para generar una nueva configuración de seguridad europea y la falta de realismo hará que el resultado de ese formato sea muy diferente al que la política, de manera temeraria, le ha dicho al público. Sin embargo, el juego más relevante, el de largo plazo, se desarrolla en el Ártico, bajo una situación de seguridad diferente a la que se logre en Europa tras la guerra, con actores extra regionales como China que observa al Ártico como parte importante de su aspiración de potencia global, y que para Rusia significa una baza importante para negociar su inserción en ese futuro.
No es la calidad de las gargantas lo que se discute en el mundo. No es ni el precio del fideo ni la cantidad de botellas de aceite que podemos llevar del supermercado. Es la geopolítica estúpido, algo que nosotros nunca jamás llegaremos siquiera a comprender.