Faro argentino, me ha pedido hacer una reseña de EL ITALIANO, última novela de Arturo Pérez Reverte. Y esta reseña no puede hacerse sin antes hacer una breve referencia a su autor, y de él, lo primero que viene a mi mente, es su condición de hombre del Mediterráneo y como tal alguien que se siente parte de una cultura ancestral, riquísimamente heterogénea y fundante de los valores que hicieron de Occidente la cuna de la libertad individual. Pérez Reverte es un hombre de ese mundo de Aristóteles y Homero, de Virgilio y Ovidio, pero también de Maquiavello y Cervantes, sin olvidar a Maimónides y el Cid; pero abierto a Hemingway, a Faulkner y a Borges.
Pérez Reverte está alejado de los totalitarismos de toda laya y, por supuesto, opuesto a las modas delirantes que bajo un ropaje de progresismo ocultan un desprecio absoluto por el derecho a la libertad individual frente a un Estado que avanza sin pudor decidiendo por sobre esas libertades que son el cimiento de Occidente.

La novela nos sumerge, y el término es claramente el adecuado, en una historia desconocida en Argentina y olvidada en Europa, aquella de esos corajudos marineros italianos que en condiciones de extrema peligrosidad hacían frente a sus enemigos de entonces con altas, altísimas probabilidades de morir.
La novela nos recuerda la actuación de la Marina Italiana en el Mediterráneo cuando, a pesar de los demoledores golpes que la Royal Navy le había dado en la lucha mortal por el control de ese mar, deciden los marinos de Italia utilizar sus pocos buzos de combate para tripular torpedos modificados, de manera que los mismos pudieran conducirse como “pequeños” submarinos que tripulados por dos buzos montados a horcajadas del mismo, navegaran a flor de agua y sumergidos para acercarse a buques enemigos fondeados, “pegar” el torpedo al casco de esos buques, activar una espoleta de tiempo y huir luego nadando sumergidos, esperando no ser descubiertos, que la espoleta funcionara y que la explosión no se produjera mientras se encontraban sumergidos… Algo solamente que podían hacer hombres de inmenso coraje.
Dicho esto, vayamos a EL ITALIANO.
La novela está ambientada en la España de la 2da Guerra Mundial, a pocos años del fin de la guerra civil (No puedo continuar esta reseña sin mencionar otra novela reciente de Pérez Reverte: LINEA DE FUEGO, un retrato de la Guerra Civil española muy superior al que Hemingway hiciera con su genial POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS…) y bajo la tiranía franquista jugando a dos puntas en relación al Eje y a los Aliados. Una joven viuda dueña de una librería encuentra en una playa el cuerpo de un marino italiano que el Mediterráneo ha depositado en la playa, a quien ayuda en ese momento. El marino resulta ser un miembro de los equipos de buzos de la Marina Italiana que montados en torpedos conducen los mismos navegando al ras del agua o sumergidos hacia buques de la Royal Navy fondeados en Gibraltar, para atacarlos. Esas acciones desarrolladas durante la noche más oscura están magistralmente descriptas por el autor, el lector se siente tripulando uno de esos torpedos, con el oleaje golpeando el rostro y luego sumergiéndose en la negrura de la profundidad del Mediterráneo donde solamente se atisba la luminosidad tenue, mínima de la brújula del instrumental del torpedo que guía hacia el blanco, mientras el frío atraviesa el traje protector y entumece a los marinos, acercándose a la pléyade de obstáculos de todo tipo que guardan a los buques británicos de esos torpedos humanos.
La novela nos sumerge, y el término es claramente el adecuado, en una historia desconocida en Argentina y olvidada en Europa, aquella de esos corajudos marineros italianos que en condiciones de extrema peligrosidad hacían frente a sus enemigos de entonces con altas, altísimas probabilidades de morir.

EL ITALIANO es también una historia de camaradería, que es como se conoce a esa extraña relación que la guerra genera entre hombres muy diferentes, en este caso entre los integrantes de esos equipos de buzos que se lanzan al Mediterráneo no por devoción al Duce, sino por sus compañeros y porque su propio honor demandaba que lo hicieran.
Es una historia de amor EL ITALIANO, entre esa viuda y el náufrago; dos personajes profundamente diferentes. Ella culta y sensible a los clásicos, alejada completamente de acciones que pudieran conllevar riesgo físico alguno. El náufrago por otra parte es un hombre común, sencillamente educado. La novela irá mostrando que la protagonista asocia al marinero con virtudes que solamente había conocido en esas lecturas clásicas y que él no advierte poseerlas porque son su propia naturaleza.
EL ITALIANO es también una historia de camaradería, que es como se conoce a esa extraña relación que la guerra genera entre hombres muy diferentes, en este caso entre los integrantes de esos equipos de buzos que se lanzan al Mediterráneo no por devoción al Duce, sino por sus compañeros y porque su propio honor demandaba que lo hicieran; más allá que alguno de los personajes durante el devenir de la historia se muestre como un fascista comprometido. Esa camaradería será puesta a prueba varias veces en la novela, hasta el punto que parecerá que no habrá espacio para que ese sentimiento se mantenga.
Es también, y esto es muy de Pérez Reverte, un rescate de la caballerosidad entre enemigos, de nobleza hacia el vencido y devoción al coraje allí donde este se manifieste, al tiempo nos muestra los extremos oscuros a donde se llega en la guerra con tal de saber qué puede hacer el enemigo.
Y finalmente EL ITALIANO nos regala enseñanza en tiempos de inmenso cinismo y egoísmo: que el honor, la bravura, el amor profundo y hasta la entrega de la vida son tanto conductas admirables y disponibles a los hombres (no me corran con el lenguaje inclusivo) de cualquier nacionalidad y condición social, siempre que en su corazón palpite la llama de la grandeza, aun en el mayor de los anonimatos, y que se puede hacer mucho por cuidar el propio honor pese a servir a un régimen abyecto.
¡Consejo, no dejen de leerla!!