Los argentinos estamos viviendo peor que en un país en guerra. En los países en guerra explotan cosas puntuales; en Argentina absolutamente todo explota al unísono de la noche a la mañana, como una orquesta económicamente sincronizada, no figurativamente. Lo cual hace aún más daño.

La “restricción externa” que tanto dicen combatir es la brecha cambiaria impuesta por el mismo gobierno. La “fuga de divisas” es el cepo impuesto por el gobierno. No hay fuga posible donde la salida es libre. Ambos conceptos son enemigos imaginarios consecuencia de ellos mismos.
En Argentina un día tenés un presupuesto, al otro día ya no. Un día tenés insumos, al otro día no. Un día trabajas, al otro día tenés que quedarte escondido esperando que pase el batallón enemigo que arrasa todo a su paso. El problema es que el batallón enemigo es omnipresente e ineludible. Pasa todo el tiempo, arrasa todo y no hay escondite posible excepto temporalmente algún cargo y/o acomodo en el Estado. Pero a la larga, te lleva puesto también. Nadie se salva excepto la cúpula militante que concentra el monopolio del tipo de cambio haciéndose un colchón de moneda dura ya que se adjudica la potestad de utilizar los depósitos y las liquidaciones de exportaciones de los argentinos como” reservas”. La “restricción externa” que tanto dicen combatir es la brecha cambiaria impuesta por el mismo gobierno. La “fuga de divisas” es el cepo impuesto por el gobierno. No hay fuga posible donde la salida es libre. Ambos conceptos son enemigos imaginarios consecuencia de ellos mismos.
Cuando en una guerra un país invade a otro, lo primero que hace el país invasor es cortarle el suministro de energía para perjudicar su producción y logística. Argentina con sus controles de precios se cortó a sí misma su propia energía quedándose así sin gasoil. Un país con reservas de petróleo y gas boicoteándose al grito de la “soberanía patriótica”, destruyendo su logística aislando el federalismo en microestados anárquicos no interconectados salvo por ese batallón enemigo omnipresente que elude toda traba logística e impacta en todo el territorio nacional por igual. En los países en guerra el enemigo suele cortar las rutas para evitar así el abastecimiento de mercaderías. En Argentina, los propios argentinos cortan las rutas y son los propios transportistas lo que matan a otros transportistas que intentan burlar esa barrera provocando así el desabastecimiento.
En los países en guerra el trueque es moneda corriente y toma un rol crucial en la economía por los impedimentos logísticos para abastecer de monedas y billetes los cajeros automáticos y los bancos. En Argentina, es el propio gobierno el que impone restricciones al retiro de dinero mediante limitaciones en la cantidad, controles por sistema vía AFIP y feriados bancarios. Todo envuelto en un contexto en el que el propio Banco Central Argentino planta una bomba monetaria en su propia economía emitiendo $1.300.000.000.000 de pesos en 25 días (32% de la base monetaria a fines de junio) -para rescatar bonos de deuda argentina emitidos por el gobierno argentino que indexan por inflación consecuencia de la emisión monetaria argentina- neutralizando parcialmente $600.000.000.000 de esa bomba con otra bomba en LELIQs que devengarán intereses que demandarán más pesos y provocarán más inflación dentro de un Estado deficitario; aumentando el stock de las mismas en 12%. Todo eso en menos de un mes, si un enemigo quisiera destruirte como nación haría exactamente eso.

El Banco Central Argentino planta una bomba monetaria emitiendo $1.300.000.000.000 de pesos en 25 días (32% de la base monetaria a fines de junio) -para rescatar bonos de deuda argentina emitidos por el gobierno argentino que indexan por inflación consecuencia de la emisión monetaria argentina- neutralizando parcialmente $600.000.000.000 de esa bomba con otra bomba en LELIQs que devengarán intereses que demandarán más pesos y provocarán más inflación dentro de un Estado deficitario; aumentando el stock de las mismas en 12%. Todo eso en menos de un mes, si un enemigo quisiera destruirte como nación haría exactamente eso.
Los bancos comerciales de los países en guerra suelen ser sancionados. Hoy; en Argentina, los bancos comerciales son sancionados por el gobierno argentino sistemáticamente. Primero se les prohíbe la inversión en moneda extranjera, luego se los obliga a suscribir la gran masa de pesos de los ahorristas dentro de las subastas de LELIQs del Banco Central. Y como si eso fuera poco, el Banco Central en la primera semana de julio solamente les aceptó el 44% de lo que pedían. Una nueva sanción de Argentina hacia las instituciones argentinas. Es decir que hay un 56% de esa bomba de pesos de liquidez circulando libremente por la economía.
Hoy en día Formosa utiliza como ahorro el “Guaraní Blue”, en Misiones se consigue el “Real Blue” y en Argentina como un todo, es normal el ahorro en “Dólar Blue”. Si la Moneda es un símbolo de soberanía nacional, el gobierno argentino vive atacándolo mediante emisión. Mientras tanto, la calle es insegura, al igual que un país en guerra. Uno sale y no sabe si vuelve. Balas sobran y en las manos equivocadas. Y como en todo país en guerra que es bombardeado, la mente se predispone al impacto. Se vive mentalmente un peligro inminente y la sensación de que la próxima bomba pueda ser la que te caiga encima está latente.
La cúpula política Argentina invadió Argentina y vive boicoteando a Argentina en el nombre de la patria. Pero eso que los invasores llaman patria es en realidad la “Patria Grande”; las rancias dictaduras comunistas donde el control económico y el poder sobre la vida de las personas es total. Donde los Derechos Humanos son olvidados, donde por escribir algo así uno cumple condena o paga el precio con su vida. Hoy no tengo dudas, Argentina está siendo invadida por Argentina.
Y como si fuera poco, nos cobran impuestos para financiar grupos paramilitares. En algunos países de Europa del Este hay batallones nacionalistas, en algunos lugares de Argentina del Sur hay Mapuches encapuchados, armados que niegan a la nación argentina pero nunca niegan su financiación estatal.
Los dichos de Alberto sobre la “guerra contra la inflación” no eran más que uno de los tantos furcios del presidente. Una nueva manifestación del inconsciente; que no importa cuánto el sujeto lo reprima, por algún lado siempre se escapa.
Estamos en una guerra constante contra nosotros mismos.