Política

¿Jaque?

En el kirchnerismo están acostumbrados a realizar boicots.

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Como si fuera una bomba, irrumpió en las noticias la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados oficialista luego del acuerdo del gobierno con el FMI.

Alberto Fernández se ocupó de vender el acuerdo con el FMI como un paquete, en todo sentido de la palabra. A lo Fernando De la Rúa, queriendo llevar lindas noticias, intentó contener a un sector de su frente dando certezas de todo aquello que el kirchnerismo no está dispuesto a negociar. Fue un mensaje destinado a la “tropa”, con palabras que se fueron difuminando con el paso de las horas mientras comenzaba a vislumbrarse un camino pavimentado de ajuste.

Alberto Fernández se ocupó de vender el acuerdo con el FMI a lo Fernando De la Rúa, queriendo llevar lindas noticias.

Máximo, a pocos días del acuerdo, decidió renunciar a la jefatura del bloque y escribió en una carta que esto es por “no compartir la estrategia utilizada y mucho menos los resultados obtenidos en la negociación con el FMI, llevada adelante exclusivamente por el gabinete económico y el grupo negociador que responde y cuenta con la absoluta confianza del Presidente de la Nación, a quien nunca dejé de decirle mi visión para no llegar a este resultado”. Lo que el ex presidente de bancada oficialista quiere decir es que, además de no compartir los resultados, esperaba ser parte consultada de esa negociación, o al menos para su facción política. Y más adelante, se encarga de desacreditar la versión oficial acerca del acuerdo sentenciando que quiere llamar a las cosas por su nombre: “no hablar de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos hablar de «beneficios».

EN EL NOMBRE DE LA MADRE

En el Kirchnerismo están acostumbrados a realizar boicots, basta recordar que pasadas las PASO desde sus filas salieron a criticar la estrategia presidencial acerca de la campaña y la elección de los candidatos. No fueron sólo los audios de Fernanda Vallejos, las “renuncias” de los funcionarios kirchneristas, que nunca se concretaron, marcaron los tiempos de los días posteriores a la elección.

En este caso, que días después del acuerdo una de las principales figuras del kirchnerismo decida pegar el portazo es, por lo menos, llamativo. Hay quienes analizan este movimiento como una venganza, mientras que otros, lo pintan como un paso estratégico. Para quienes creen en que se trata de una venganza, avizoran una ruptura de esas a las que nos tiene acostumbrados el Frente de Todos, una pelea de facciones en la que todos intentan imponer posiciones, y como la visión kirchnerista no primó, los costos debe pagarlos el albertismo.

Aquellos que ven en esta jugada un paso estratégico, piensan que Máximo comenzará a tejer una candidatura para el 2023, y otros también, siguiendo la máxima de que “cuando se cree que en el peronismo se están peleando en realidad se están reproduciendo”, piensan que el kirchnerismo quiere mantener “la pureza de sus valores” para conservar cierto sector duro que podría dejar de contentarse con el Frente de Todos y que este último continúe siendo un gran “mediomundo”.

Quien sigue en silencio es Cristina. Su silencio estratégico ha tenido base en nuestro país pero no en el exterior, donde no faltaron críticas para con los organismos de crédito. Los que sí han hablado son los movimientos de su riñón, seguido a la renuncia de Máximo, Leopoldo Moreau anunció que intentarán modificar el acuerdo en el Congreso Nacional. 

LAS FICHAS QUE RESTAN MOVERSE

Alberto Fernández ubicó a German Martínez como reemplazo de Máximo Kirchner. Inmediatamente después Cecilia Moreau renunció a la vicepresidencia del bloque. El reordenamiento se cobró una figura del massismo, resta aún dilucidar si esta nueva renuncia es por su no elección o se debe a algún otro fenómeno.

El nuevo jefe de bloque, ladero del “Chivo” Rossi, tendrá la difícil tarea de equilibrar una mesa de tres patas desiguales. Martínez llevará la voz del Jefe de Estado a su bloque y al recinto, debiendo resistir a la presión interna y la de la oposición. La gran duda de estos días es cómo jugará el kirchnerismo, si intentarán modificar el acuerdo como mencionan algunas de las voces más importantes, o si finalmente lo votaran a libro cerrado.

El nuevo jefe de bloque, ladero del “Chivo” Rossi, tendrá la difícil tarea de equilibrar una mesa de tres patas desiguales.

Por el lado de la oposición habrá que ver como mueven sus fichas. Si bien hay sectores mayoritarios que han visto con buenos ojos el acuerdo, siempre dejaron claro que el principal acuerdo debe darse entre las tres patas que componen el gobierno.

Finalmente, ¿cómo moverá Cristina Fernández de Kirchner?. Ella es quien debe presidir la sesión en el Senado. La ley de Fortalecimiento de Sostenibilidad de la Deuda Pública que el propio gobierno aprobó en febrero de 2021 la obliga a abandonar el silencio. 

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